Hay muchas historias que se pierden en la voz de la gente,
sin embargo, las historias más importantes ocurren en los cortos viajes,
personas que entran y salen de los vagones como zombis sedientos de carne
humana, no nos importa que el acompañante sentado al lado sea extranjero,
vagabundo o empresario, por unos instantes toda la humanidad es igual. Entré en
el andén y me senté en el suelo, porque no quedaban bancos, a un lado, la
persona más preciosa que habían visto mis ojos, al otro, un pobre anciano
corrompido por la droga, y conmigo, hacíamos tres personas.
By: Jesús M. Leva