Hoy te echo de menos más que de costumbre, no sé si es porque llevo
mucho tiempo solo, o quizá porque eres la única mujer capaz de hacerme sentir
hombre, tal vez sea porque eres la única que me quiso de verdad, o a lo mejor
porque eres la única que me enamoró.
No hablo de cariño ni de sexo, hablo de amor.
Y aunque sé que no puedo volver a pedirte lo que una vez
hubo entre nosotros, porque la cague y estúpido de mi te eche de mi vida, aunque
hayas vuelto, no puedo pedirte más de lo que tengo, no puedo volver a hacerte
lo mismo.
Aun así, te echo de menos, echo de menos tus cabellos, tus
labios, tú aroma, tus manos, tus pechos. Echo de menos tus sensuales y
juguetones mordiscos, tus oscuros ojos, tu cuerpo.
Echo de menos tu voz, tu acento, tus movimientos, y esas
maneras de volverme loco. Echo de menos nuestras charlas interminables
nocturnas, tu manera de hacer que a cada momento me mordiera el labio. Tu forma
de hacerme sonreír hasta en los peores momentos de mi vida.
Te echo de menos, porque no se vivir sin una Diosa que dome
a este endemoniado diablo.
Pero igualmente te agradezco que sigas siendo parte de mi
vida. Por no permitirme hacer el gilipollas más de la cuenta, por ser capaz de
perdonar mis errores. Gracias tan solo por ser tú.
Quizá no seas la tía más buena del mundo, pero para mí nunca
habrá nadie capaz de superarte. Siempre serás mi Diosa, aunque no pueda volver
a tocarte.
By: Jesús M. Leva