18 de junio de 2013

Amor despiadado

Amaneció oscura la noche, 
con sus estrellas iluminadas, 
en el cielo oscurecido, 
como el pelo de aquella mujer. 

La Luna sonreía feliz
sobre el claro ondear
de las suaves olas que llegaban 
espumosas a orilla del mar.

Al fondo, en el océano, 
rugía temeroso un gran buque
ya cercano a puerto
alejado de cualquier duque.

El aroma que llegaba, 
a peces muertos olía, 
de los pequeños botes pesqueros, 
el nauseabundo olor provenía 

el agua salada lanzaba 
fuertes vientos a la chasca 
que mantenía aquellos muchachos,
ardientes de pasión.

Sus  bocas humeantes 
luchaban fríamente, 
enzarzadas en una batalla sin fin, 
sin vencedores ni vencidos, 

tan solo lenguas por sables 
y saliva por pólvora, 
y manos que calientan 
los fríos cuerpos sin demora. 

Y la Luna en el cielo celosa 
en el día se ausenta, 
dejando al Sol brillar, 
escondiendo las demás estrellas 

en el cielo despierto, 
reflejando en el tranquilo mar 
las siluetas de los barcos 
que hondean en alta mar.

Los jóvenes sudorosos 
agarrados de las manos, 
en la arena solo brasas 
y troncos quemados. 

El foco del puerto yace ya apagado, 
y los cuerpos desnudos dormidos y ahogados.

By: Jesús M. Leva