24 de noviembre de 2013

Diosa de mis sueños

La luz apagada, hacía imposible dejarme ver donde estaba, o quién  yacía a mi lado. El peso de su cabeza en mi hombro apoyada, me tranquilizaba dulce y extrañamente.

No sabía quién era, pues no veía nada, pero sus suaves cabellos, que acariciaban cosquilleante mi pecho, me dibujaban una involuntaria sonrisa en mis labios. Su relajante aroma a flores de primavera, hacían de mi corazón una veloz locomotora.

En silencio, dejaba que mi interior se diera el lujo de deleitarse con aquella desconocida mujer, que despertaba en mí, sentimientos especiales que pocas veces había logrado alcanzar.

Se despertó, me dio un dulce y apasionado beso en mis tercos labios, y acariciándome mi torso desnudo, dijo con la voz más cariñosa y tranquilizadora que jamás habían oído mis estropeadas orejas:

- No te vayas jamás de mi lado mi amor, prométeme que siempre estarás junto a mí.
- Tranquila mi querida diosa, no podría, aunque quisiera, poder olvidarme de ti.- La dije, tras reconocerla.- Solo vivo por ti amada mía.

Sonrió y volvió a besarme apretando fuertemente su cuerpo contra el mío.

Y allí nos quedamos durante horas, tirados en la cama desnudos, juntos, abrazados, con la luz apagada disfrutando eternamente de nuestra misma compañía.


By: Jesús M. Leva

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