El calor bochornoso de Colombia era insoportable al
mediodía, el Sol pegaba fuertemente en lo alto del cielo, y me era imposible
continuar con mi camino andando, me pesaban los brazos, las piernas y el cuerpo
en general. Los harapos que colgaban de mis hombros, grisáceos y amorronados
por la suciedad, y el tiempo, dejaban a la vista diversas partes de mi cuerpo
esquelético. No era capaz de recordar el tiempo que llevaba ya caminando,
huyendo del centro de la ciudad.
De pronto divisé aquel paraíso de color rojizo, aguas
cristalinas saltando de entre las piedras, corriendo a gran velocidad, huyendo
de lo alto de las montañas, buscando un lugar donde tranquilamente vagar. Me
lancé a aquellos cristalinos líquidos, cual lobo a su presa, y rápidamente
alcance la pequeña cascada, que golpeaba fuertemente, como un masajista golpea
las carnes de sus víctimas, mi cuerpo endeble. Mis ropas difícilmente se
mantenían en su sitio.
Pero me daba igual, estaba a punto de fallecer, el agua era
lo único que me reconfortaba.
By: Jesús M. Leva
No hay comentarios:
Publicar un comentario