3 de noviembre de 2012

Colombia


El calor bochornoso de Colombia era insoportable al mediodía, el Sol pegaba fuertemente en lo alto del cielo, y me era imposible continuar con mi camino andando, me pesaban los brazos, las piernas y el cuerpo en general. Los harapos que colgaban de mis hombros, grisáceos y amorronados por la suciedad, y el tiempo, dejaban a la vista diversas partes de mi cuerpo esquelético. No era capaz de recordar el tiempo que llevaba ya caminando, huyendo del centro de la ciudad.

De pronto divisé aquel paraíso de color rojizo, aguas cristalinas saltando de entre las piedras, corriendo a gran velocidad, huyendo de lo alto de las montañas, buscando un lugar donde tranquilamente vagar. Me lancé a aquellos cristalinos líquidos, cual lobo a su presa, y rápidamente alcance la pequeña cascada, que golpeaba fuertemente, como un masajista golpea las carnes de sus víctimas, mi cuerpo endeble. Mis ropas difícilmente se mantenían en su sitio.

Pero me daba igual, estaba a punto de fallecer, el agua era lo único que me reconfortaba.

By: Jesús M. Leva

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