11 de enero de 2012

Para Mario

Dicen que la familia es lo único que importa, pero a veces la familia se queda a tras, no nos comprende, no sabe qué hacer en situaciones difíciles. Y un día se marchan si dejarte que te despidas.

En esos momentos solo los amigos, los de verdad, los que están ahí aunque no se lo pidas, aunque no lo digas, aunque trates de esconder la necesidad real. Solo ellos son capaces de hacerte sentir bien.

No digo que te hagan sonreír, a veces es lo último que deseas, pero sí que hacen que tu interior sonría, que tu corazón se agrande, que tu mente se despeje, que dejes atrás los problemas, aunque tu rostro este serio, el dolor que antes te corrompía ahora simplemente es un vano recuerdo.

Los hermanos de verdad no tienen parentesco, no viven en la misma casa, quizá ni siquiera vivan en la misma ciudad, pero son los únicos que saben todos tus secretos, que te critican a la cara y te defienden a la espalda, que te hacen sonreír, que están cuando lo necesitas y cuando no, que te ayudan a triunfar y se caen con tus derrotas, que te dan la mano y tiran de ti con fuerza, que te alientan a continuar en tus propósitos y te advierten de tus fracasos.

Esos son los verdaderos hermanos.

Un hermano mío, ha sufrido una gran desgracia.

Esto no lo escribo porque yo sea un buen amigo, sino porque él lo ha sido para mí, y creo que se merece esto y muchísimo más, porque él es mi hermano de otra madre, y porque siempre estuvo ahí cuando le necesité.

No nos conocemos de años, décadas o siglos, pero desde el día que le conocí no he pasado un mal rato.

Hermano, ella siempre perdurara en la memoria de todos los que la conocimos.

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