Saltan lagrimas de mis ojos, escondido bajo las sabanas, hundiendo mi gélida cara sobre la húmeda almohada, siento pena, tristeza, alegría, odio, pero sobretodo me siento fresco por dentro y por fuera.
Parece una tontería, sé que muchos estaréis pensando, como vas a estar bien si estas llorando en la cama. Es cierto que me han pasado cosas malas, horribles, día tras día y noche tras noche. Por eso me siento tan bien, porque nada puede ir a peor.
Es hora de ver la vida tal y como es, una puta mierda, una puta mierda de la que puedes aprender algo importante. No importa las veces que te caigas, o las que te tiren, importan las veces que te levantes, alces la cabeza y digas, pues sí, este soy yo, con mis defectos y mis virtudes.
Hubo una vez un hombre que dijo, “esto son mis principios, si no les gustan tengo otros”. Pero yo no estoy de acuerdo con ella, estos son mis principios y no los cambiare, porque no te guste mi forma de ser. Si no te gusta es porque no la mereces.
A si qué, estoy feliz, a gusto conmigo mismo, por haber sido capaz de ver las cosas por el lado bueno, la vida te hace putadas, pero debes mirar a la cara a la vida y reírte de ella, demostrarla que no te afectan sus juegos de bruja, que eres más listo que ella.
Ahora espero paciente mi muerte, sin miedo a morir. Aún así, tampoco tengo prisa por verla, no necesito conocer el mas allá, no es por miedo, sino porque no existe necesidad, y prefiero aprender antes de arrepentirme. Porque no pienso morir sin plantar mi huella de gigante en la mente de todos vosotros, porque quiero dejar una pequeña mancha en vuestros corazones y un hito en la historia que se enseñe a los hijos de nuestros hijos.
No quiero ganar batallas, ni matar personas, no quiero que se me considere un dios, simplemente quiero hacer la vida más cómoda y menos perjudicial.
Muchos creerán que estoy loco, que vivo en las nubes. Pero, si cuando a Edison le dijeron que estaba loco por querer inventar algo que diera luz sin necesidad de encender fuego, algo para poder ver en el interior de una casa, si en ese momento Edison hubiera abandonado, ahora no tendríamos luz. Si Faraday hubiera abandonado, cuando Edison le dijo que no podía hacer que la electricidad fuera en ambos sentidos o que eso sería más perjudicial o más costoso, no tendríamos electricidad en nuestras casas.
Queréis realmente que abandone mi posibilidad de conseguir algo que cambiara la forma de ver la electricidad.
No lo haré, saben porque, porque sé que puede ser posible. Porque he encontrado a gente que cree en mi. Y porque es la forma de llenar el vacío que tengo en mi corazón, porque cuando pienso en ello, sonrío, me alegro, me siento bien. Y por eso mismo, he dejado de llorar, me he levantado de la cama, y he decidido animaros a hacer de vuestra rutina de mierda, una posibilidad de hacer algo mejor.
By: Jesús M. Leva
19 de abril de 2012
26 de marzo de 2012
Arrepentido de mis actos pasados
Se encendió la luz, llevaba horas a oscuras, ambos desnudos yacíamos en la cama, habían pasado horas desde el último gemido.
La luz me cegó y como un vampiro me escondí de ella, la mujer, sin embargo, la aprovecho para vestirse. Busco sus braguitas, pero ninguno de los dos las encontraba, miré tras la cama y allí las vi.
Camisetas, pantalones y sujetador, se encontraban todos al pie de la cama. Pero tanto sus braguitas, como mis calzones, se encontraban tras ella, en el suelo al lado de la pared.
Se empezó a vestir y yo también.
La he cagado muchas veces con las mujeres, pero aquel día, antes de todo eso, cometí el peor de mis errores. No lo digo por el sexo y sus derivados, en eso no fui del todo malo, fue en los preliminares, mientras Inrack aún controlaba mi cuerpo. Inrack es un ser interno que ama el dolor de los demás, que disfruta con el sufrimiento de los demás, porque él no puede sufrir, solo sufre el deshonor de haber sido expulsado del infierno obligado a vivir en espíritu sin cuerpo eternamente, por el mundo de los vivos.
Así que, aun sabiendo que aquella pequeña acción podría provocar dolor a la persona que amaba, aun así mi cuerpo hizo lo que hizo. Pedí perdón, pero sé que eso no sería suficiente la hice el peor de los daños, el que no se puede ver, y casi nadie reconocería, el dolor psicológico.
By: Jesús M. Leva
La luz me cegó y como un vampiro me escondí de ella, la mujer, sin embargo, la aprovecho para vestirse. Busco sus braguitas, pero ninguno de los dos las encontraba, miré tras la cama y allí las vi.
Camisetas, pantalones y sujetador, se encontraban todos al pie de la cama. Pero tanto sus braguitas, como mis calzones, se encontraban tras ella, en el suelo al lado de la pared.
Se empezó a vestir y yo también.
La he cagado muchas veces con las mujeres, pero aquel día, antes de todo eso, cometí el peor de mis errores. No lo digo por el sexo y sus derivados, en eso no fui del todo malo, fue en los preliminares, mientras Inrack aún controlaba mi cuerpo. Inrack es un ser interno que ama el dolor de los demás, que disfruta con el sufrimiento de los demás, porque él no puede sufrir, solo sufre el deshonor de haber sido expulsado del infierno obligado a vivir en espíritu sin cuerpo eternamente, por el mundo de los vivos.
Así que, aun sabiendo que aquella pequeña acción podría provocar dolor a la persona que amaba, aun así mi cuerpo hizo lo que hizo. Pedí perdón, pero sé que eso no sería suficiente la hice el peor de los daños, el que no se puede ver, y casi nadie reconocería, el dolor psicológico.
By: Jesús M. Leva
21 de marzo de 2012
Secuestro
Era un día muy nublado, estaba ya a punto de desplomarme del cansancio, no podía imaginar cuanto tiempo llevaba ya caminando, hacía horas que escape de aquel infierno, pero ahora no sabía a dónde ir, no sabía dónde estaba.
Recuerdo que hace más o menos, medio año, fui secuestrado por unos hombres, creo que no los conozco del todo, sus intenciones no eran las de conseguir dinero con aquello, puesto sabían que no tenía gran cosa. Ellos querían utilizarme, por lo visto, aunque yo no los conocía, ellos, sin embargo, a mí sí. Resulta que eran unos amigos, de un compañero que tuve hace años, sabían que yo tenía problemas con la sociedad, y que no sería complicado hacer de mí un sicario, pero se les olvido un detalle, a mí, las cosas se me piden por favor.
Resulta que el mismo día que me secuestraron, estaba echando una partida, con unos chavales, de rol, sobre zombis. Cuando empezó a oscurecer, me aleje del grupo, porque no podía oír una parte de la partida. En ese momento cinco chicos se me acercaron, y me pusieron una bosa en la cabeza, yo intenté forcejear con ellos, pero con la bolsa negra en la cabeza, y la oscuridad de la noche se me hizo imposible ver donde estaban. Me dieron un fuerte golpe en la cabeza, y caí redondo al suelo.
Desperté instantes después en un vehículo, que circulaba por lo que parecía una autopista, y de repente pegaron un frenado, que hizo me golpeara de nuevo en la cabeza contra el reposacabezas del piloto. Un rato después estaba amarrado a una silla en lo que parecía el comedor de una cabaña, la típica cabaña de madera, que se puede encontrar en el bosque. Tenía una chimenea en un lateral, la puerta era estrecha y bajita, y no tenía más que una pequeña ventana al otro lado. La iluminación de la sala, era cuanto menos tenebrosa, ya que se iluminaba toda la instancia con una sola bombilla en lo alto de la habitación, y la pobre bombilla mugrienta, parpadeaba pidiendo auxilio, y limpieza.
A mi lado había un sofá antiguo y ruinoso, con el espumón asomando por las hendiduras de las telas que cubrían los almohadones. A mi alrededor, paseaban inquietos dos hombre altos y fornidos, gruñones, con los ojos entre cerrados y las cejas enarcadas, no paraban de gritar, y escupir diversas palabras en contra de alguien cuyo nombre era desconocido para mí. Rápidamente desperté la atención de ambos, cuando musite un leve sonido.
Ellos rápidamente se alertaron de mi presencia, parecía que llevaban tiempo esperando mi despertar. Rápidamente se me acercaron, y me pusieron las manos en los hombros, me reclinaron hacia atrás y me ataron a una cuerda que colgaba del techo. Uno de los extremos estaba atado a la espalda de la silla, y el otro extremo lo sujetaba uno de los corpulentos muchachos.
Me empezaron a gritar, necesitaban que hiciera un ataque suicida, aunque no me lo vendieron de ese modo claro está. Me dijeron que debía conducirlos hasta la casa real, penetrar en ella y colocar unas bombas en las zonas selectas para el estallido de la estancia, como consecuencia de no aceptar su mandato, o de relevarme una vez empezado este, no solo me matarían a mí, sino que torturarían hasta que murieran todos aquellos que algún día significo algo para mí.
El que no estaba sujetando la cuerda, se acerco detrás de mí y abrió una trampilla que me dejaba suspendido por la cuerda sobre un extenso pozo de agua, en el que fui sumergido varias veces hasta que consiguieron que aceptara sus condiciones.
Acepte a regañadientes, y a punto de morir ahogado, no estaba decidido a realizar la tarea que se me acababa de encomendar, pero antes de demostrar mi descontento, debía proteger a aquellas personas que significan mi vida para mí.
Me levantaron, me depositaron en el suelo, desataron la cuerda de la silla. Si mal no recordaba una de las veces que me sumergieron en el pozo, vi en una de las paredes una especie de pasadizo cerrado por un portón de metal, no savia si iba a salir bien, pero quise jugármela, tras desatarme la cuerda de la silla, me lance por la trampilla, caí al pozo, aun amarrado a la silla, cuando caí al fondo encontré un montón de trozos de metal rotos que use para cortar las cuerdas que me unían a la silla.
Cuando me solté de la silla, empecé a nadar hasta la superficie del pozo, en cuanto salí a la superficie, pegue una bocanada enorme de aire, y a punto de ahogarme, recobre fuerzas. Me volví a hundir en el agua en busca del pasadizo que vi anteriormente y cuando lo encontré empecé a forcejear con la puerta de metal, cuando conseguí abrirla, la corriente de agua me arrastro a su interior y me lanzo como un torpedo por aquel desagüe sucio y lleno de moho.
Al final de este se encontraba una rejilla que iba a parar en una caída libre hacia un río, pare mi largo camino, con los pies sobre los laterales de las rejillas y me puse a abrirlas, cuando lo conseguí empecé a sopesar la forma más rentable y lucida de escapar de aquel lugar. La caída era de al menos 4 pisos de altura, y hacia arriba no podía ir porque no existía forma lógica, el río tenía una profundidad aproximada de 6 o 7 metros pero el ancho del cauce era cuanto menos el arcén de una carretera.
Decidí lanzarme al vacio, intentando acertar en el interior del río. Me lance en horizontal con las manos y los pies abiertos, con la camisa rajada por el centro intentando hacer de paracaídas, rebusque en los bolsillos y tenía unas cuantas monedas, cuando estaba a punto de tocar el agua, lancé las monedas para que removieran el agua y mi encuentro con ella no fuera tan violento, caí en el interior del río, provocando un pequeño remolino que me arrastro hasta el fondo del mismo.
Cuando conseguí nadar salí a la superficie, y observe el lugar en el que me encontraba. Era un bosque bastante frondoso, cuyos arboles llegaban a desaparecer en la niebla. A lo lejos se podía identificar los gritos de aquellos dos hombres que me habían tenido retenido en la cabaña, y a unos cuantos perros ladrando furiosamente, me acerque a la orilla del rio, y salí corriendo.
By: Jesús M. Leva
Recuerdo que hace más o menos, medio año, fui secuestrado por unos hombres, creo que no los conozco del todo, sus intenciones no eran las de conseguir dinero con aquello, puesto sabían que no tenía gran cosa. Ellos querían utilizarme, por lo visto, aunque yo no los conocía, ellos, sin embargo, a mí sí. Resulta que eran unos amigos, de un compañero que tuve hace años, sabían que yo tenía problemas con la sociedad, y que no sería complicado hacer de mí un sicario, pero se les olvido un detalle, a mí, las cosas se me piden por favor.
Resulta que el mismo día que me secuestraron, estaba echando una partida, con unos chavales, de rol, sobre zombis. Cuando empezó a oscurecer, me aleje del grupo, porque no podía oír una parte de la partida. En ese momento cinco chicos se me acercaron, y me pusieron una bosa en la cabeza, yo intenté forcejear con ellos, pero con la bolsa negra en la cabeza, y la oscuridad de la noche se me hizo imposible ver donde estaban. Me dieron un fuerte golpe en la cabeza, y caí redondo al suelo.
Desperté instantes después en un vehículo, que circulaba por lo que parecía una autopista, y de repente pegaron un frenado, que hizo me golpeara de nuevo en la cabeza contra el reposacabezas del piloto. Un rato después estaba amarrado a una silla en lo que parecía el comedor de una cabaña, la típica cabaña de madera, que se puede encontrar en el bosque. Tenía una chimenea en un lateral, la puerta era estrecha y bajita, y no tenía más que una pequeña ventana al otro lado. La iluminación de la sala, era cuanto menos tenebrosa, ya que se iluminaba toda la instancia con una sola bombilla en lo alto de la habitación, y la pobre bombilla mugrienta, parpadeaba pidiendo auxilio, y limpieza.
A mi lado había un sofá antiguo y ruinoso, con el espumón asomando por las hendiduras de las telas que cubrían los almohadones. A mi alrededor, paseaban inquietos dos hombre altos y fornidos, gruñones, con los ojos entre cerrados y las cejas enarcadas, no paraban de gritar, y escupir diversas palabras en contra de alguien cuyo nombre era desconocido para mí. Rápidamente desperté la atención de ambos, cuando musite un leve sonido.
Ellos rápidamente se alertaron de mi presencia, parecía que llevaban tiempo esperando mi despertar. Rápidamente se me acercaron, y me pusieron las manos en los hombros, me reclinaron hacia atrás y me ataron a una cuerda que colgaba del techo. Uno de los extremos estaba atado a la espalda de la silla, y el otro extremo lo sujetaba uno de los corpulentos muchachos.
Me empezaron a gritar, necesitaban que hiciera un ataque suicida, aunque no me lo vendieron de ese modo claro está. Me dijeron que debía conducirlos hasta la casa real, penetrar en ella y colocar unas bombas en las zonas selectas para el estallido de la estancia, como consecuencia de no aceptar su mandato, o de relevarme una vez empezado este, no solo me matarían a mí, sino que torturarían hasta que murieran todos aquellos que algún día significo algo para mí.
El que no estaba sujetando la cuerda, se acerco detrás de mí y abrió una trampilla que me dejaba suspendido por la cuerda sobre un extenso pozo de agua, en el que fui sumergido varias veces hasta que consiguieron que aceptara sus condiciones.
Acepte a regañadientes, y a punto de morir ahogado, no estaba decidido a realizar la tarea que se me acababa de encomendar, pero antes de demostrar mi descontento, debía proteger a aquellas personas que significan mi vida para mí.
Me levantaron, me depositaron en el suelo, desataron la cuerda de la silla. Si mal no recordaba una de las veces que me sumergieron en el pozo, vi en una de las paredes una especie de pasadizo cerrado por un portón de metal, no savia si iba a salir bien, pero quise jugármela, tras desatarme la cuerda de la silla, me lance por la trampilla, caí al pozo, aun amarrado a la silla, cuando caí al fondo encontré un montón de trozos de metal rotos que use para cortar las cuerdas que me unían a la silla.
Cuando me solté de la silla, empecé a nadar hasta la superficie del pozo, en cuanto salí a la superficie, pegue una bocanada enorme de aire, y a punto de ahogarme, recobre fuerzas. Me volví a hundir en el agua en busca del pasadizo que vi anteriormente y cuando lo encontré empecé a forcejear con la puerta de metal, cuando conseguí abrirla, la corriente de agua me arrastro a su interior y me lanzo como un torpedo por aquel desagüe sucio y lleno de moho.
Al final de este se encontraba una rejilla que iba a parar en una caída libre hacia un río, pare mi largo camino, con los pies sobre los laterales de las rejillas y me puse a abrirlas, cuando lo conseguí empecé a sopesar la forma más rentable y lucida de escapar de aquel lugar. La caída era de al menos 4 pisos de altura, y hacia arriba no podía ir porque no existía forma lógica, el río tenía una profundidad aproximada de 6 o 7 metros pero el ancho del cauce era cuanto menos el arcén de una carretera.
Decidí lanzarme al vacio, intentando acertar en el interior del río. Me lance en horizontal con las manos y los pies abiertos, con la camisa rajada por el centro intentando hacer de paracaídas, rebusque en los bolsillos y tenía unas cuantas monedas, cuando estaba a punto de tocar el agua, lancé las monedas para que removieran el agua y mi encuentro con ella no fuera tan violento, caí en el interior del río, provocando un pequeño remolino que me arrastro hasta el fondo del mismo.
Cuando conseguí nadar salí a la superficie, y observe el lugar en el que me encontraba. Era un bosque bastante frondoso, cuyos arboles llegaban a desaparecer en la niebla. A lo lejos se podía identificar los gritos de aquellos dos hombres que me habían tenido retenido en la cabaña, y a unos cuantos perros ladrando furiosamente, me acerque a la orilla del rio, y salí corriendo.
By: Jesús M. Leva
14 de marzo de 2012
Así lo decidí yo
Ha nacido un nuevo dios, no es un dios todo poderoso, pero es un dios.
Vive en una pequeña casa, humilde, y sabe lo malo que es la vida, pasa droga en su barrio, drogas duras y suaves tóxicas.
Vive en un mundo de alucinaciones y vive solo con su prima. Folla, bebe y fuma, a todas horas del día, vive solo y con familia, aunque le gusta el porno lo hace como afición desde que era un crio.
Mata a gente y revive a otros, sus seguidores son simples humanos, vive por el día y por la noche, enterándose de todos los pecados.
Vive dentro de tu cabeza, pero cada día se deja ver, no nos da buenas noches, pero nos da una visión más bonita.
Mi dios soy yo mismo, pero el tuyo no, vivo de noche y de día buscando algo mejor. La droga me mantiene despierto, vivo en un mundo mejor. No tengo amigos, ni esposa, pero así lo decidí yo.
Tengo dinero a espuertas y gente que me respeta, no es solo miedo lo que me tienen también me tienen como su salvador. Vivo en una casa pequeña, en un barrio humilde en un mundo de penas y rosas negras.
Vivo en busca de un amor, sexo, drogas y rock and roll, vivo día y noche, aunque no me tengo de pie durante más de 10 minutos, vivo borracho y endrogado, pero vivo que no es poco.
By: Jesús M. Leva
Vive en una pequeña casa, humilde, y sabe lo malo que es la vida, pasa droga en su barrio, drogas duras y suaves tóxicas.
Vive en un mundo de alucinaciones y vive solo con su prima. Folla, bebe y fuma, a todas horas del día, vive solo y con familia, aunque le gusta el porno lo hace como afición desde que era un crio.
Mata a gente y revive a otros, sus seguidores son simples humanos, vive por el día y por la noche, enterándose de todos los pecados.
Vive dentro de tu cabeza, pero cada día se deja ver, no nos da buenas noches, pero nos da una visión más bonita.
Mi dios soy yo mismo, pero el tuyo no, vivo de noche y de día buscando algo mejor. La droga me mantiene despierto, vivo en un mundo mejor. No tengo amigos, ni esposa, pero así lo decidí yo.
Tengo dinero a espuertas y gente que me respeta, no es solo miedo lo que me tienen también me tienen como su salvador. Vivo en una casa pequeña, en un barrio humilde en un mundo de penas y rosas negras.
Vivo en busca de un amor, sexo, drogas y rock and roll, vivo día y noche, aunque no me tengo de pie durante más de 10 minutos, vivo borracho y endrogado, pero vivo que no es poco.
By: Jesús M. Leva
7 de marzo de 2012
Carta de amor
Hoy he vuelto a sonreír, cuando he escuchado tu voz, hacía ya tiempo que pensaba que no volverías a quererme, y no sé si me quieres pero al menos has vuelto a hablarme.
He cometido muchos errores en mi vida, y tu eres el único error del que no me arrepiento, ni ahora ni nunca, no me oirás decir, “ojala no te hubiera conocido nunca”, porque aunque me hallas hecho sufrir, no podría alegrarme más de haber conocido a cualquier persona. Aunque me hayas hecho daño, aunque me haya dolido tu ser, se que más me hubiera dolido, no haberte conocido nunca.
Al menos sé que puedo ser querido, algo que nunca llegué a pensar, alguien alguna vez me quiso, es algo que me hace de vez en cuando volver a sonreír, volver a vivir.
Te echo de menos, eso es real, pero aunque no pueda volverte a tener, aunque no pueda volverte a abrazar, aunque no vuelvas a besarme, al menos alguna vez pude probar tus labios, saborear tu saliva, y entrelazar mi lengua con la tuya en un desesperado intento de mostrarte que te quiero.
Sé que no volveré a verte como antes te veía y que tú a mí tampoco, pero al menos me queda el recuerdo de tus pechos desnudos entre mis manos, de nuestros cuerpos abrazados.
Me gustas, y eso solo lo sabemos tú y yo, quiero que eso siga así, no por miedo a que la gente lo sepa, sino por no volverte hacer daño. Soy fuego del infierno, quemo todo lo que toco, daño a las personas que intento salvar, y ardo por dentro con tú dolor. Te quiero y no quiero gritarlo, porque si alguien se entera, tendrán miedo, no de mí, sino de lo que tengo dentro. Miedo al ser que me controla, miedo a ser yo el que te quiera, miedo a que tú, también, me quieras a mí.
Te amo, pero eso solo lo sé yo, porque no quiero asustarte, porque soy puro fuego por dentro. Te deseo y eso lo sabe todo el mundo, pero nadie quiere creerlo, porque soy pura llama y pura lava, porque quemo, porque cuando soy una fiera me convierto en un demonio, no me importa el amor cuando de sexo es de lo que hablamos.
Solo me alegro de volverte a oír de nuevo, aunque sea la última vez que hablemos, solo puedo decir, que te quiero.
By: Jesús M. Leva
He cometido muchos errores en mi vida, y tu eres el único error del que no me arrepiento, ni ahora ni nunca, no me oirás decir, “ojala no te hubiera conocido nunca”, porque aunque me hallas hecho sufrir, no podría alegrarme más de haber conocido a cualquier persona. Aunque me hayas hecho daño, aunque me haya dolido tu ser, se que más me hubiera dolido, no haberte conocido nunca.
Al menos sé que puedo ser querido, algo que nunca llegué a pensar, alguien alguna vez me quiso, es algo que me hace de vez en cuando volver a sonreír, volver a vivir.
Te echo de menos, eso es real, pero aunque no pueda volverte a tener, aunque no pueda volverte a abrazar, aunque no vuelvas a besarme, al menos alguna vez pude probar tus labios, saborear tu saliva, y entrelazar mi lengua con la tuya en un desesperado intento de mostrarte que te quiero.
Sé que no volveré a verte como antes te veía y que tú a mí tampoco, pero al menos me queda el recuerdo de tus pechos desnudos entre mis manos, de nuestros cuerpos abrazados.
Me gustas, y eso solo lo sabemos tú y yo, quiero que eso siga así, no por miedo a que la gente lo sepa, sino por no volverte hacer daño. Soy fuego del infierno, quemo todo lo que toco, daño a las personas que intento salvar, y ardo por dentro con tú dolor. Te quiero y no quiero gritarlo, porque si alguien se entera, tendrán miedo, no de mí, sino de lo que tengo dentro. Miedo al ser que me controla, miedo a ser yo el que te quiera, miedo a que tú, también, me quieras a mí.
Te amo, pero eso solo lo sé yo, porque no quiero asustarte, porque soy puro fuego por dentro. Te deseo y eso lo sabe todo el mundo, pero nadie quiere creerlo, porque soy pura llama y pura lava, porque quemo, porque cuando soy una fiera me convierto en un demonio, no me importa el amor cuando de sexo es de lo que hablamos.
Solo me alegro de volverte a oír de nuevo, aunque sea la última vez que hablemos, solo puedo decir, que te quiero.
By: Jesús M. Leva
26 de febrero de 2012
Una vez más...
Mi corazón palpita despacio, dejando oír el silencio de la noche, en la penumbra se divisa mi alma, rota, cortada y magullada. Esperando un alentador socorro, una pequeña ayuda, una simple caricia.
Ahuyentando el dolor a base de alcohol, intento disimular mi pena, cierro fuertemente los ojos, para evitar que las lágrimas se desprendan y caiga por mis mejillas sonrojadas y dolorientas.
Ya no sé cómo aguantar la pena que me aguarda mi corazón, no entiendo que lo provoca, solo sé que me destroza el alma a cada paso a ciegas que doy.
La calle muda, me guía con los silbidos de los pájaros, sin miedo sigo hacia a delante. Sin miedo, porque el problema está detrás, el problema lo deje unas calles más lejos, y me duele haberlo dejado sin más, no haber siquiera sido capaz de decir lo que sentía y saber si he de seguir sintiéndolo.
Pero otra vez estoy aquí, frente al ordenador, escribiendo mis penas, gritando a todo pulmón, pidiendo ayuda, no sé si dentro de poco, cuando estén leyendo alguna de mis legendarias historias entiendan que en cada uno de mis textos dejo un pequeño mensaje, una suave carta de despedida. No quiero que sientan pena aquellos que me quieren, puesto que son los únicos que merecen la pena, a todos aquellos que dijeron quererme sin ser sinceros, tampoco lloren, no hace falta que sigan fingiendo. A aquellos que nunca me quisieron, lloren todo lo que quieran, perdieron algo que les hacía falta, y a todos aquellos que aún queriéndome nunca me lo dijeron, lloren o no, ya es demasiado tarde para daros mi perdón.
No quiero con esto decir que muero, no, no será tan fácil acabar conmigo, además mi alma y mi ser hace tiempo que se desvanecieron, solo me queda el cuerpo y la razón, algo que no te permite ser feliz, y que la tristeza no le aploma, es su eterna pose, su mirada de ojos ciegos.
By: Jesús M. Leva
Ahuyentando el dolor a base de alcohol, intento disimular mi pena, cierro fuertemente los ojos, para evitar que las lágrimas se desprendan y caiga por mis mejillas sonrojadas y dolorientas.
Ya no sé cómo aguantar la pena que me aguarda mi corazón, no entiendo que lo provoca, solo sé que me destroza el alma a cada paso a ciegas que doy.
La calle muda, me guía con los silbidos de los pájaros, sin miedo sigo hacia a delante. Sin miedo, porque el problema está detrás, el problema lo deje unas calles más lejos, y me duele haberlo dejado sin más, no haber siquiera sido capaz de decir lo que sentía y saber si he de seguir sintiéndolo.
Pero otra vez estoy aquí, frente al ordenador, escribiendo mis penas, gritando a todo pulmón, pidiendo ayuda, no sé si dentro de poco, cuando estén leyendo alguna de mis legendarias historias entiendan que en cada uno de mis textos dejo un pequeño mensaje, una suave carta de despedida. No quiero que sientan pena aquellos que me quieren, puesto que son los únicos que merecen la pena, a todos aquellos que dijeron quererme sin ser sinceros, tampoco lloren, no hace falta que sigan fingiendo. A aquellos que nunca me quisieron, lloren todo lo que quieran, perdieron algo que les hacía falta, y a todos aquellos que aún queriéndome nunca me lo dijeron, lloren o no, ya es demasiado tarde para daros mi perdón.
No quiero con esto decir que muero, no, no será tan fácil acabar conmigo, además mi alma y mi ser hace tiempo que se desvanecieron, solo me queda el cuerpo y la razón, algo que no te permite ser feliz, y que la tristeza no le aploma, es su eterna pose, su mirada de ojos ciegos.
By: Jesús M. Leva
24 de febrero de 2012
Strinchnol
Bueno, quiero contaros una historia, no sé si es cierta, pero parece muy real y la persona que me la contó, es de confianza.
Parece que todo ocurrió una noche de agosto, en las afueras de un pueblucho llamado Strinchnol, no tenía muchos habitantes y no era muy conocido, a decir verdad, nadie sabía de su existencia.
Resultó, que cierta noche de agosto, un amigo mío, Robert, un chaval rubio de pelo corto, de un metro setenta y pico de altura y muy delgaducho, con unos ojos de color verde azulado muy intenso y con una mirada fría. Siempre se encontraba muy serio. Vestía con ropas oscuras y no le gustaba mucho la luz, así que, casi siempre, salía de noche. Tenía un todoterreno negro y siempre llevaba el disco de los Suaves puesto.
Como iba diciendo, esa noche de agosto, Robert decidió dar una vuelta con su coche, un todoterreno negro y bastante vasto, con ruedas que parecían de camión y luces altas para noches de niebla muy densa. Poco después de salir de Manhattan, vio un camino paralelo a la carretera. No había ninguna forma de coger dicho camino, así que, mi amigo, dio un volantuzo al todoterreno y atravesó ciertos matorrales y una pequeña valla de aluminio, llegando al camino.
El camino era de arena arcillosa y difícilmente entraba el todoterreno por él. Estaba cercado por una hilera de piedras a cada lado del camino.
Tras varios kilómetros paralelos a la carretera, el camino se adentro en un bosque muy oscuro. Las copas de los árboles se unían a escasos metros de altura, y una enorme niebla impedía que se viera el suelo.
El todoterreno de mi amigo, empezó a tambalearse, lo que obligo a Robert a bajar la velocidad.
Lo único que se oía, era el disco de los Suaves y múltiples sonidos de diversos animales salvajes (búhos, lobos, etc.) y el silbido aterrador, que producían las ramas de los árboles.
Al cabo de un par de kilómetros, la niebla ya alcanzaba la copa de los árboles y el suelo se empezaba a ver.
Numerosos esqueletos de animales se amontonaban por el camino, y algún que otro animal aun ensangrentado.
Mi amigo decidió quitar la música para poder estar alerta. Poco a poco, el ruido de los animales empezó a cesar.
A lo lejos se veía un letrero que, comido por las ramas de una planta trepadora era imposible de leer. Pero lo extraño era, que el letrero parecía estar escrito con sangre, ya que las pocas letras que la planta dejaba ver, eran de un rojo amorronado, como si fuera sangre seca.
A escasos metros de llegar al susodicho letrero, el todoterreno, tras coger un bache muy profundo, volcó, dejando a Robert inconsciente y boca abajo.
Al poco tiempo de volcar, el coche empezó arder con mi amigo aun inconsciente en su interior. El olor asqueroso del humo, hizo reaccionar a Robert. Rápidamente mi amigo, se quito el cinturón de seguridad, y salió del coche.
Se incorporó, y salió corriendo alejándose del coche en llamas a punto de estallar.
La gasolina empezó a salirse, y las llamas alcanzaron el pequeño charco de gasolina formado en el suelo, provocando un estallido, que reboto numerosas veces en el eco de la noche.
Una bandada de pájaros negros y de murciélagos, salió disparada de los árboles, tras la explosión. Todos salieron en dirección contraria al coche, creando un gran sonido de aleteo y limpiando el cielo de la niebla espesa.
Robert, que se encontraba tirado en el suelo, se levantó como pudo y se sacudió la ropa. Una gran cantidad de polvo y arenilla salió de ella.
Al levantarse del suelo vio el todoterreno, aun ardiendo, esparcido por todos lados. Se acerco para comprobar el estado real del coche y de todo lo que se encontraba en su interior, pero no pudo recuperar nada. Todo había quedado en un siniestro total.
Mi amigo no sabía qué hacer, pero sabía que había recorrido ya muchos kilómetros, como para volver hacia atrás. Lo único que podía hacer, era continuar andando en dirección del nuevo pueblo.
Llegó hasta el cartel y aparto las ramas que tapaban el letrero y leyó: “STRINCHNOL”
Se quedó pensativo, intentando encontrar algún recuerdo, que pudiera asemejarle con ese pueblo, pero nada, nunca había oído hablar de dicho pueblo.
Siguió andando y no vio más que casas de madera semidestruidas, todas pintadas con débiles pinceladas de sangre seca, por lo que por todo el pueblo olía a un rancio podrido. Empezó a gritar:
- ¿Hay alguien ahí?
Pero no existía ningún tipo de intento de respuesta, solo el eco que le devolvía la pregunta numerosas veces. El único sonido que se oía, ahora mismo, eran las ramas secas que Robert pisaba y el silbido del aire arrebatando contra las ramas, que aun sobrevivían en lo alto de los árboles.
Siguió andando, adentrándose, cada vez más, en las entrañas del pueblo. Cuanto más se acercaba, a lo que parecía, la plaza central del pueblo, mayor era el olor ha podrido.
Cerca de la plaza, se encontraba una vieja iglesia. Que vista desde fuera, parecía una simple iglesia cristiana.
Se acerco poco a poco. Al lado de la iglesia se podían oír diversos cánticos que venían del interior y también se distinguía el sonido de un viejo órgano, viejo por el sonido que producía.
Savia que la única oportunidad de encontrar vida humana, estaba tras la gran puerta. La empujó. Consiguiendo, a duras penas, abrirla.
Al abrir la puerta, un asqueroso olor, imposible de describir, le golpeo la nariz, dejando exhausto a nuestro amigo.
Consiguió mantener el equilibrio, y entró en la iglesia. Nada más entrar, visiono una gran estrella satánica y al fondo un Jesucristo clavado en una cruz inversa. En el centro de la estrella, que estaba adornada con múltiples velas en su contorno, se encontraba unos diez curas, con grandes túnicas negras y la cabeza de una cabra a la que estaban haciendo un ritual.
Se acercó a unos bancos, que estaban a los lados de la estrella y se sentó en ellos. Los bancos estaban orientados alrededor de la estrella, de forma que todos los que allí se sentaran, verían en primer plano el ritual, que esa noche se realizaba. Robert no podía entender ni una sola palabra que oía, puesto que hablaban una lengua antigua.
Pero quería esperar a que se acabara dicho ritual para poder pedir ayuda y poder salir del pueblo lo antes posible. Strinchnol no era de esos en los que te gustaría permanecer mucho tiempo.
By: Jesús M. Leva
Parece que todo ocurrió una noche de agosto, en las afueras de un pueblucho llamado Strinchnol, no tenía muchos habitantes y no era muy conocido, a decir verdad, nadie sabía de su existencia.
Resultó, que cierta noche de agosto, un amigo mío, Robert, un chaval rubio de pelo corto, de un metro setenta y pico de altura y muy delgaducho, con unos ojos de color verde azulado muy intenso y con una mirada fría. Siempre se encontraba muy serio. Vestía con ropas oscuras y no le gustaba mucho la luz, así que, casi siempre, salía de noche. Tenía un todoterreno negro y siempre llevaba el disco de los Suaves puesto.
Como iba diciendo, esa noche de agosto, Robert decidió dar una vuelta con su coche, un todoterreno negro y bastante vasto, con ruedas que parecían de camión y luces altas para noches de niebla muy densa. Poco después de salir de Manhattan, vio un camino paralelo a la carretera. No había ninguna forma de coger dicho camino, así que, mi amigo, dio un volantuzo al todoterreno y atravesó ciertos matorrales y una pequeña valla de aluminio, llegando al camino.
El camino era de arena arcillosa y difícilmente entraba el todoterreno por él. Estaba cercado por una hilera de piedras a cada lado del camino.
Tras varios kilómetros paralelos a la carretera, el camino se adentro en un bosque muy oscuro. Las copas de los árboles se unían a escasos metros de altura, y una enorme niebla impedía que se viera el suelo.
El todoterreno de mi amigo, empezó a tambalearse, lo que obligo a Robert a bajar la velocidad.
Lo único que se oía, era el disco de los Suaves y múltiples sonidos de diversos animales salvajes (búhos, lobos, etc.) y el silbido aterrador, que producían las ramas de los árboles.
Al cabo de un par de kilómetros, la niebla ya alcanzaba la copa de los árboles y el suelo se empezaba a ver.
Numerosos esqueletos de animales se amontonaban por el camino, y algún que otro animal aun ensangrentado.
Mi amigo decidió quitar la música para poder estar alerta. Poco a poco, el ruido de los animales empezó a cesar.
A lo lejos se veía un letrero que, comido por las ramas de una planta trepadora era imposible de leer. Pero lo extraño era, que el letrero parecía estar escrito con sangre, ya que las pocas letras que la planta dejaba ver, eran de un rojo amorronado, como si fuera sangre seca.
A escasos metros de llegar al susodicho letrero, el todoterreno, tras coger un bache muy profundo, volcó, dejando a Robert inconsciente y boca abajo.
Al poco tiempo de volcar, el coche empezó arder con mi amigo aun inconsciente en su interior. El olor asqueroso del humo, hizo reaccionar a Robert. Rápidamente mi amigo, se quito el cinturón de seguridad, y salió del coche.
Se incorporó, y salió corriendo alejándose del coche en llamas a punto de estallar.
La gasolina empezó a salirse, y las llamas alcanzaron el pequeño charco de gasolina formado en el suelo, provocando un estallido, que reboto numerosas veces en el eco de la noche.
Una bandada de pájaros negros y de murciélagos, salió disparada de los árboles, tras la explosión. Todos salieron en dirección contraria al coche, creando un gran sonido de aleteo y limpiando el cielo de la niebla espesa.
Robert, que se encontraba tirado en el suelo, se levantó como pudo y se sacudió la ropa. Una gran cantidad de polvo y arenilla salió de ella.
Al levantarse del suelo vio el todoterreno, aun ardiendo, esparcido por todos lados. Se acerco para comprobar el estado real del coche y de todo lo que se encontraba en su interior, pero no pudo recuperar nada. Todo había quedado en un siniestro total.
Mi amigo no sabía qué hacer, pero sabía que había recorrido ya muchos kilómetros, como para volver hacia atrás. Lo único que podía hacer, era continuar andando en dirección del nuevo pueblo.
Llegó hasta el cartel y aparto las ramas que tapaban el letrero y leyó: “STRINCHNOL”
Se quedó pensativo, intentando encontrar algún recuerdo, que pudiera asemejarle con ese pueblo, pero nada, nunca había oído hablar de dicho pueblo.
Siguió andando y no vio más que casas de madera semidestruidas, todas pintadas con débiles pinceladas de sangre seca, por lo que por todo el pueblo olía a un rancio podrido. Empezó a gritar:
- ¿Hay alguien ahí?
Pero no existía ningún tipo de intento de respuesta, solo el eco que le devolvía la pregunta numerosas veces. El único sonido que se oía, ahora mismo, eran las ramas secas que Robert pisaba y el silbido del aire arrebatando contra las ramas, que aun sobrevivían en lo alto de los árboles.
Siguió andando, adentrándose, cada vez más, en las entrañas del pueblo. Cuanto más se acercaba, a lo que parecía, la plaza central del pueblo, mayor era el olor ha podrido.
Cerca de la plaza, se encontraba una vieja iglesia. Que vista desde fuera, parecía una simple iglesia cristiana.
Se acerco poco a poco. Al lado de la iglesia se podían oír diversos cánticos que venían del interior y también se distinguía el sonido de un viejo órgano, viejo por el sonido que producía.
Savia que la única oportunidad de encontrar vida humana, estaba tras la gran puerta. La empujó. Consiguiendo, a duras penas, abrirla.
Al abrir la puerta, un asqueroso olor, imposible de describir, le golpeo la nariz, dejando exhausto a nuestro amigo.
Consiguió mantener el equilibrio, y entró en la iglesia. Nada más entrar, visiono una gran estrella satánica y al fondo un Jesucristo clavado en una cruz inversa. En el centro de la estrella, que estaba adornada con múltiples velas en su contorno, se encontraba unos diez curas, con grandes túnicas negras y la cabeza de una cabra a la que estaban haciendo un ritual.
Se acercó a unos bancos, que estaban a los lados de la estrella y se sentó en ellos. Los bancos estaban orientados alrededor de la estrella, de forma que todos los que allí se sentaran, verían en primer plano el ritual, que esa noche se realizaba. Robert no podía entender ni una sola palabra que oía, puesto que hablaban una lengua antigua.
Pero quería esperar a que se acabara dicho ritual para poder pedir ayuda y poder salir del pueblo lo antes posible. Strinchnol no era de esos en los que te gustaría permanecer mucho tiempo.
By: Jesús M. Leva
18 de febrero de 2012
Muerte interna
Otra vez más, mi cabeza me juega malas pasadas, no soy creyente, pero hoy rezo por que mi cabeza me engañe, que todo lo que me da vueltas sea mentira. Pero, no tengo fe, la experiencia me ha demostrado que lo que creo que es real, lo que en mi lógica tiene sentido, es que es realmente verdadero.
Si mi cabeza no me engaña, más de una persona saldrá mal parada de todo esto.
La mujer, ese gran error de Dios, ese martirio para los hombres, ese dolor en mi pecho, esas noches sin dormir por la mujer. Todos mis problemas son por culpa de la mujer.
Espero equivocarme, por una vez, espero equivocarme, que todo sea una farsa y que solo una persona sea merecedora de mi furia, aunque tengo miedo de hacerlo.
Tengo poca edad pero ya soy mayor para saber cuando juegan conmigo, cuando se ríen de mí, y eso me asusta, tengo miedo de tener que morir de nuevo un poco más, porque esta vez moriré del todo.
Hoy las lágrimas no se pueden quedar en mis ojos, hago todo lo posible por ocultar mi dolor interno. Es verdad que demuestro que necesito consuelo, pero el dolor real lo reservo para mí. Sonrió difícilmente en un día en que mi mente solo piensa en posibles daños. Intento hablar, pero las palabras no me salen, no tengo fuerzas para escuchar, ni para comunicarme con nadie.
Me oculto tras las letras que escriben mis dedos lanzados por mi ser, sin pensar en lo que escribo, solo mi depresión es capaz de lanzar esta pedida de socorro. Pero esta vez no hay nadie que me agarre de la mano antes de caer al vacío, nadie, porque las personas que pueden ayudarme para no caer, son las que, esta vez, me empujan hacia el precipicio.
Odio, rencor, miedo, asco, dolor en mi cerebro, en mi corazón, en mi cuerpo. Siento una enfermedad que no me deja levantarme de la cama, que no me deja de inundar mi cara de lágrimas, que no me deja respirar con normalidad. Pido ayuda a gritos, pido perdón por mis errores, y pido clemencia por mis castigos, pero nadie me escucha, nadie me oye, nadie me entiende, nadie me ayuda.
Vuelvo a esconderme en mi coraza de acero y no dejo a nadie entrar sin embargo las personas que ya están dentro, empiezan a quebrar las gruesas paredes de mi ser, poco a poco van rompiendo mis fuerzas, no lo soporto más.
Estas son mis últimas palabras, lo último que digo, esta es la última vez que abro la boca, no volveré a equivocarme más, lo siento por el daño causado, espero no sentir más daño, me despido ahora de todas las personas, esta es la última vez que hablamos.
By: Jesús M. Leva
Si mi cabeza no me engaña, más de una persona saldrá mal parada de todo esto.
La mujer, ese gran error de Dios, ese martirio para los hombres, ese dolor en mi pecho, esas noches sin dormir por la mujer. Todos mis problemas son por culpa de la mujer.
Espero equivocarme, por una vez, espero equivocarme, que todo sea una farsa y que solo una persona sea merecedora de mi furia, aunque tengo miedo de hacerlo.
Tengo poca edad pero ya soy mayor para saber cuando juegan conmigo, cuando se ríen de mí, y eso me asusta, tengo miedo de tener que morir de nuevo un poco más, porque esta vez moriré del todo.
Hoy las lágrimas no se pueden quedar en mis ojos, hago todo lo posible por ocultar mi dolor interno. Es verdad que demuestro que necesito consuelo, pero el dolor real lo reservo para mí. Sonrió difícilmente en un día en que mi mente solo piensa en posibles daños. Intento hablar, pero las palabras no me salen, no tengo fuerzas para escuchar, ni para comunicarme con nadie.
Me oculto tras las letras que escriben mis dedos lanzados por mi ser, sin pensar en lo que escribo, solo mi depresión es capaz de lanzar esta pedida de socorro. Pero esta vez no hay nadie que me agarre de la mano antes de caer al vacío, nadie, porque las personas que pueden ayudarme para no caer, son las que, esta vez, me empujan hacia el precipicio.
Odio, rencor, miedo, asco, dolor en mi cerebro, en mi corazón, en mi cuerpo. Siento una enfermedad que no me deja levantarme de la cama, que no me deja de inundar mi cara de lágrimas, que no me deja respirar con normalidad. Pido ayuda a gritos, pido perdón por mis errores, y pido clemencia por mis castigos, pero nadie me escucha, nadie me oye, nadie me entiende, nadie me ayuda.
Vuelvo a esconderme en mi coraza de acero y no dejo a nadie entrar sin embargo las personas que ya están dentro, empiezan a quebrar las gruesas paredes de mi ser, poco a poco van rompiendo mis fuerzas, no lo soporto más.
Estas son mis últimas palabras, lo último que digo, esta es la última vez que abro la boca, no volveré a equivocarme más, lo siento por el daño causado, espero no sentir más daño, me despido ahora de todas las personas, esta es la última vez que hablamos.
By: Jesús M. Leva
13 de febrero de 2012
Amor
Hace tiempo que olvide la palabra “Amor”, quizá fue en mi niñez o incluso antes. Hay gente que no nace para amar, sino para odiar y maltratar, yo sin embargo, nací sin poder ser amado. Lo que provoca en mí, conocer a los que antes he citado.
Personas que demuestran la teoría de la naturaleza, nacemos, nos reproducimos y morimos. El ser humano, como el resto de animales, no somos capaces de aquella hermosa frase “Amor eterno”. No, somos seres reproductivos, no nos mueve el amor, sino el sexo. Podemos querer e incluso amar, pero no solo a la persona que dejamos que viva a nuestro lado, no solo queremos a las personas a las que nos follaríamos.
¿Amor? ¿Qué es eso? Yo solo conozco el odio, el maltrato, el desprecio, y daré a la gente lo que me habéis dado. ¿Amor, dices? Amor no existe.
Dicen los expertos que la pareja liberal es de las pocas que casi nunca tienen broncas.
La iglesia, sin embargo, expone que el amor solo recae en la persona con la que nos casamos y debe ser con esta con la única que podemos mantener relaciones íntimas.
Y los animales, nos han demostrado que a las personas que has de aferrarte, son aquellas que te ayudan a sobrevivir, te cuidan, te protegen y has de mantener relaciones con aquellas que este dispuestas a hacerlo sin compromiso, sin necesidad de volverla a ver, sin que exista amor.
By: Jesús M. Leva
Personas que demuestran la teoría de la naturaleza, nacemos, nos reproducimos y morimos. El ser humano, como el resto de animales, no somos capaces de aquella hermosa frase “Amor eterno”. No, somos seres reproductivos, no nos mueve el amor, sino el sexo. Podemos querer e incluso amar, pero no solo a la persona que dejamos que viva a nuestro lado, no solo queremos a las personas a las que nos follaríamos.
¿Amor? ¿Qué es eso? Yo solo conozco el odio, el maltrato, el desprecio, y daré a la gente lo que me habéis dado. ¿Amor, dices? Amor no existe.
Dicen los expertos que la pareja liberal es de las pocas que casi nunca tienen broncas.
La iglesia, sin embargo, expone que el amor solo recae en la persona con la que nos casamos y debe ser con esta con la única que podemos mantener relaciones íntimas.
Y los animales, nos han demostrado que a las personas que has de aferrarte, son aquellas que te ayudan a sobrevivir, te cuidan, te protegen y has de mantener relaciones con aquellas que este dispuestas a hacerlo sin compromiso, sin necesidad de volverla a ver, sin que exista amor.
By: Jesús M. Leva
6 de febrero de 2012
Saltar, cantar, vivir
Saltar, cantar, sonreír
salir de casa y vivir
estar todos los días
sin saber nada de ti
Saltar, cantar, sonreír
quedarme en casa y morir
estar día tras día
sabiendo un poco de ti
Saltar, cantar, sonreír
en este mundo, dejar de ser feliz
al saber una vez más
que por gusto tú no estarás aquí
Saltar, cantar, sonreír
en este mundo, alejarme de ti
empezar a vivir mi vida
dejar, para otro día, el morir.
Saltar, cantar, sonreír.
By: Jesús M. Leva
salir de casa y vivir
estar todos los días
sin saber nada de ti
Saltar, cantar, sonreír
quedarme en casa y morir
estar día tras día
sabiendo un poco de ti
Saltar, cantar, sonreír
en este mundo, dejar de ser feliz
al saber una vez más
que por gusto tú no estarás aquí
Saltar, cantar, sonreír
en este mundo, alejarme de ti
empezar a vivir mi vida
dejar, para otro día, el morir.
Saltar, cantar, sonreír.
By: Jesús M. Leva
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